sábado, 26 de diciembre de 2009

Cielos: detalles de los últimos atardeceres del 2009






































En momentos en los que está por terminar un año, -y mientras observo los atardeceres que desde el 2004 han motivado algunas fotografías que aparecen en este blog-, realizo un recuento de los momentos más importantes del año que termina.


Siento nostalgia por el año que se va y expectativa por el que llega. En ese sentido, la población que habita la ciudad que poco a poco enciende las luces y que festejan las fiestas decembrinas, no parece muy consciente de que está por iniciarse un año difícil en lo económico, y esto afectará directamente las vidas de todos nosotros. Sin embargo y como una vaga esperanza, espero que podamos superar los problemas que como mal augurio o peste bíblica, están por sucederse, luego de que el sistema neoliberal mostrara una vez más que es inoperante.




Estas fotografías son dedicadas a dos personas que fueron importantes en este año: a Roberto y a un querido amigo, que me enseñó que los momentos breves, fugaces  y maravillosos en que la felicidad se hace presente, -como estos hermosos atardeceres-, son lo que da sentido a nuestra existencia.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Cielos



Me encantan los lugares abiertos, donde puedo ver el cielo. En Cholula los cielos aun son claros, y desde diversos lugares de la ciudad es posible observarlos en todo su esplendor.

Es maravilloso compartir este cielo con los seres que tanto quiero.

Dedico estas fotos y quienes festejaron este mes su feliz cumpleaños:
Mónica de Lurdes (compañera y gran amiga de la maestría ICSyH BUAP) 15 de diciembre
Tere (compañera de copos) 16 de diciembre.
Jesus Roberto (una de las personas que más quiero en el mundo) 18 de diciembre.
Rosalba Vergara (una de mis mejores amigas, compañera de la maestría IEU) 18 de diciembre.
Florecita (compañera de colpos): 18 de diciembre.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Muñequitos quitapenas de Guatemala



Hoy por la mañana fui a pasear y a desayunar por el zócalo de Cholula con Roberto. Nos la pasamos muy bien recorriendo los puestos de objetos artesanales; a Roberto le encantan los juguetes de madera así que compró para él y su sobrino algunas cosas. Roberto es muy detallista y gusta de obsequiar pequeños objetos, y el día de hoy trajo para mí un regalo muy curioso; una cajita amarilla pintada con alegres colores que en su interior contenía seis minúsculos muñequitos como de centímetro y medio. Se trata de los muñecos quitapenas de Guatemala; se dice que si un niño –o adulto-, no puede dormir debido a miedos o problemas, le debe contar a estos muñequitos sus penas, luego colocarlos bajo la almohada; durante la noche los muñequitos se llevaran los problemas y la persona podrá dormir plácidamente.


El pequeño obsequio me pareció encantador. Roberto es un terapeuta con muchos años de experiencia, así que apuesto que el obsequio, además de ser un detalle bellísimo tiene otros objetivos: hace un par de meses no he podido dormir bien, luego de tener que aceptar la pérdida de un ser muy querido. Desde aquel triste desenlace en el que no tuve la oportunidad de despedirme de la forma correcta, y en el que no fue posible solucionar nada, las noches han sido complicadas, no es fácil perder a un amigo tan querido.

Así que como no tengo nada que perder, voy a proceder a contarle a los muñequitos quitapenas lo que siento, tal vez me ayuden a pasar este duelo. Aunque la tradición no dice nada de poner nombre a los muñequitos yo los voy a bautizar con los nombres de 4 grandes amigos de mi hermano: Luis, Mario, Mario Alberto y Xico, y de dos grandes amigas Rosalba y Moni.

Cada cultura, cada pueblo a desarrollado formas de terapia para resolver los problemas personales; magia, hechicería, chamanismo, brujería, rituales que buscan sanar el dolor. Seis preciosos muñequitos son un claro ejemplo de estas formas de terapia tradicional.

Mil gracias Roberto por tan lindo regalo, te quiero mucho!

viernes, 18 de diciembre de 2009

Un dia pesado



Con cariño, para Luis que comprende perfectamente que significa trabajar el cerebro a marcha forzada. También para Florecita en su cumpleaños, ambos parte de este mundo académico, excelentes estudiantes de posgrado, doctorado y maestría respectivamente.


Termina un día difícil, un día entero frente a la computadora escribiendo y concluyendo dos trabajos de tipo científico, el primero un trabajo que pretendo presentar en un congreso de antropología social el próximo año, el segundo un ensayo para un concurso institucional. Más de doce horas escribiendo, leyendo, analizando, dando formato a un trabajo, implica un esfuerzo mental exhaustivo. Minuto a minuto las líneas de una forma de analizar y describir una realidad-problema se van configurando. A veces el trabajo académico es emocionante, como escribir poesía o la letra de una canción de protesta; en otro momento es como andar en bicicleta de montaña cumbre arriba, implica esfuerzo y “pedalear” con el cerebro; en algún instante la mente se nubla y la mas mínima escusa para dejar la computadora –ir al baño, comer algo, tomar un vaso de agua, abrirle al perrito la puerta-, es reconfortante.


Desde mi escritorio, colocado estratégicamente a un lado de una gran ventana en un segundo piso, observo el amanecer a eso de las seis de la mañana y el atardecer des de las cinco treinta de la tarde. En días como este el tiempo pasa de una forma diferente. La vida del académico tiene sus privilegios, no en el sentido económico, si en la forma de percibir el mundo. Desde mi escritorio el mundo se ve distinto, y sin embargo, de pronto, al terminar, una sensación de soledad me invade. Estar con uno mismo por horas puede ser difícil, sobretodo cuando se compite con las propias ideas, cuando se discute con autores cuyos rostros no se observan y a veces ni siquiera se conocen. Pero es la vida que elegí, solitaria en momentos de “trabajo de gabinete”, solitaria y en compañía durante el trabajo de campo, y sin embargo no cambiaría por nada esta forma de vivir y contemplar el mundo.

La profesión que uno “elige” se convierte en un elemento determinante para interpretar el mundo. Afortunadamente a un día extenuante de gabinete sigue uno de campo, así que para mañana estaré nuevamente explorando el mundo. En esta ocasión dejo unas cuantas fotografías muy simples e irrelevantes, tal vez como mi estad de ánimo, en un día pesado.

jueves, 17 de diciembre de 2009

El espacio y los imaginarios del lugar personal: imágenes de Diciembre



























Estos días de vacaciones me han permitido salir de la rutina de trabajo para dedicarme un poco a mí y a la gente que quiero. El día de ayer asistí a un evento en el Complejo Cultural Universitario. Mientras esperábamos el inicio del evento (un concierto de música celta), una de mis compañeras y amigas de Colpos, Rosy, me llevo a conocer el CCU. El hermoso ambiente entre luces, fuentes y espacios abiertos y enormes eran el escenario para una plática profunda sobre temas personales; hablábamos de nuestras vidas, de nuestras parejas, de nuestro trabajo académico. La compañía de Rosy era gratificante y en cierta forma la sentía refrescante, pues últimamente me he dedicado a mi trabajo académico y aquellos momentos de esparcimiento me hacían sentir de maravilla. De pronto me topé de frente con una presencia no grata, todo el ambiente por un instante se transformo al ver un gesto de desagrado en la cara de aquel hombre mayor. Cuando nos alejamos para ir a la cafetería el instante volvió a ser fresco, cómodo, muy acogedor.


La tarde de hoy quedé de verme con Luis para tomar algunas fotografías de los hermosos atardeceres de diciembre. Mientras esperaba la llegada de Luis, quien venía de un lugar cercano a Tonanzintla, las luces y el atardecer comenzaron a bañar el árbol navideño y el nacimiento colocados en la Plaza. Habría sido un momento perfecto de no haber visto a lo lejos a la misma persona a quien le soy desagradable y su pareja caminando por la calle, noté su actitud bastante despectiva al toparse conmigo. En ese momento entendí que a veces, el espacio al convertirse en lugar ( es decir al adquirir significado), puede ser interpretado como “territorio simbólico”, lamentablemente para este señor mayor, su espacio simbólico “territorio” está en sus imaginarios en el mismo sitio que mi espacio “lugar de trabajo”, así que como no estamos en la época medieval y no podemos jugarnos a duelo el territorio, no le quedó más remedio que caminar en una circunferencia de 50 metros para no tener que experimentar el desagradable momento de atravesar mi espacio “territorio simbólico”. Ahí está lo divertido, rodeó el área donde me encontraba tomando fotografías por varios metros. El y su pareja tuvieron que esquivar mi presencia; una presencia “tan poderosa” que hace sentir invasión en el lugar de otros. El resto de la gente, ajena a la situación Vivian el espacio dándole distintos significados relacionados a su propia experiencia.

Afortunadamente el incidente solo duró minutos. Instantes después de que el hombre mayor se alejará con su pareja, llegó Luis sonriente hasta donde me encontraba captando la belleza del atardecer con mi cámara. Una actitud cálida, cariñosa y amable borró la desagradable presencia anterior. Entonces el lugar se transformó, de un espacio territorio invasivo e invadido en un lugar pacifico, agradable, y tranquilo. Fue entonces que las luces del atardecer dieron paso al anochecer y la cámara siguió campando los momentos. Es increíble como la presencia de ciertas personas influye en nuestra percepción del espacio. Mi presencia propicio la creación de un territorio simbólico, el espacio vital de aquel anciano fue perturbado al encontrarme yo ahí; y luego con otra persona, el espacio se convierte en un lugar adecuado para la comunicación y la fraternidad.

Los espacios en sí mismos no tendrían significado; es la experiencia humana la que les dota de un determinado carácter. Y como bien dice el dicho “no soy monedita de oro”, no puedo caer bien a todos, pero aquel hombre me permitió entender una gran lección, en ese sentido fue una experiencia interesante, la forma en que de manera muy personal convertimos el espacio en lugar. A continuación muestro las hermosas fotografías de este territorio imaginado.