Cada vez que miras al futuro y quieres saber que pasará, o tienes dudas o miedo sobre él, pierdes fuerza.
Pero si no piensas en el futuro y permaneces en el momento presente, entonces das un paso, y luego de aquel paso estás en otro presente, pero sin que busques el siguiente. Esperas hasta que del presente venga sugerido el próximo paso. Y haces sólo ese paso ahí. Así estás presente todo el tiempo con fuerza. Agradecer tiene el efecto del sol
y de la lluvia cálida sobre una semilla…
La hace florecer.
Cuando una persona se inclina ante el destino,
entonces se vuelve tranquila y silenciosa,
humilde, pudiendo dejar atrás lo pasado
y mirando hacia adelante.
En consecuencia, lo equivocado se justifica; en vez de reconocer que “ya va siendo hora de que me despida de ello”.
A la memoria, y compación de Eduardo A. Coronel G.