En 1845, Federico Engels escribía, que en las ciudades, a veces se esconde la pobreza reubicándola lejos de los lugares donde caminan las clases privilegias, creando espacios diferidos que a veces trastocan las formas de vida en todas las clases que viven en una ciudad.
A las dos de la mañana del 12 de febrero, rodeamos el nuevo tianguis y observamos la cantidad de camionetas y puestos ya armados para iniciar las actividades del siguiente día. Cubiertos por cobijas, tomando atole alrededor de anafres en aquella fria madrugada, los comerciantes esperaban el siguiente amanecer; se trataba del primer domingo de tianguis en su nueva localización.
Por la mañana paseando entre puestos y productos observo los rostros de los comerciantes en sus nuevos espacios. Me llama la atención que no hay una organización por sectores, y que algunos puestos son colosalmente más grandes que otros, y que pareciera que algunas familias se han dividido en diferentes puestos. Aun entre los grupos subalternos existen marcadas diferencias de ingresos y capital social que hace a algunos más proclives a adaptarse y defenderse y a abrirse camino ante cualquier circunstancia. Herencia del actual sistema social, la competencia crea ganadores y perdedores aun en aquellos contextos donde el gobierno interfiere y distribuye los espacios. Les pregunto cómo se sienten mientras me hago de mi acostumbrada ración de productos vegetales, tienen fe en la nueva ubicación. Me comentan que no son todos, pues entre ellos (como en toda clase subalterna) existen desacuerdos y diferencias que los llevan a estar desunidos y a no poderse organizar como un grupo homogéneo. Existen varios lideres que los organizan. Los hay que decidieron ubicarse en el tianguis y evitarse problemas; los hay que siguen luchando y se han negado a la re ubicación ¿por algo más que dignidad?
El descontento aparece silenciado, los vendedores se quejan de que pareciera haber privilegiados, pero aguardan sumisos por temor a perder el medio de su subsistencia, bien dice el dicho “en rio revuelto ganancia de pescadores”. Sus rostros no son de personas acaudaladas, vestimenta y aspecto físico, demuestran los estragos de la pobreza, una pobreza mal interpretada por la clase media que aseguran que “tienen dinero pues venden mucho, por tanto no son pobres”; pero la ONU es muy clara en señalar que no solo el dinero determina la situación de pobreza.
Mientras camino por el tianguis encuentro a mi buen amigo Luis, con sus padres. Con un nivel socioeconómico medio y un nivel educativo muy superior, Luis era afecto a realizar sus compras en el tianguis en el centro ; inmerso en la cultura de la salud, Luis ha venido hasta aquí siguiendo el mercado y sus productos, más limpios y orgánicos que los que se venden en otros lugares; un halo y un plus de esperanza para estos comerciantes cuyos productos también provienen de sus traspatios. Sin duda sentimientos inmersos en contextos de conflicto están ahí presentes en este primer día de tianguis, en donde los espacios en esta hermosa ciudad sagrada vuelven a ser motivo de pequeñas guerras internas.
Por la mañana paseando entre puestos y productos observo los rostros de los comerciantes en sus nuevos espacios. Me llama la atención que no hay una organización por sectores, y que algunos puestos son colosalmente más grandes que otros, y que pareciera que algunas familias se han dividido en diferentes puestos. Aun entre los grupos subalternos existen marcadas diferencias de ingresos y capital social que hace a algunos más proclives a adaptarse y defenderse y a abrirse camino ante cualquier circunstancia. Herencia del actual sistema social, la competencia crea ganadores y perdedores aun en aquellos contextos donde el gobierno interfiere y distribuye los espacios. Les pregunto cómo se sienten mientras me hago de mi acostumbrada ración de productos vegetales, tienen fe en la nueva ubicación. Me comentan que no son todos, pues entre ellos (como en toda clase subalterna) existen desacuerdos y diferencias que los llevan a estar desunidos y a no poderse organizar como un grupo homogéneo. Existen varios lideres que los organizan. Los hay que decidieron ubicarse en el tianguis y evitarse problemas; los hay que siguen luchando y se han negado a la re ubicación ¿por algo más que dignidad?
El descontento aparece silenciado, los vendedores se quejan de que pareciera haber privilegiados, pero aguardan sumisos por temor a perder el medio de su subsistencia, bien dice el dicho “en rio revuelto ganancia de pescadores”. Sus rostros no son de personas acaudaladas, vestimenta y aspecto físico, demuestran los estragos de la pobreza, una pobreza mal interpretada por la clase media que aseguran que “tienen dinero pues venden mucho, por tanto no son pobres”; pero la ONU es muy clara en señalar que no solo el dinero determina la situación de pobreza.
Mientras camino por el tianguis encuentro a mi buen amigo Luis, con sus padres. Con un nivel socioeconómico medio y un nivel educativo muy superior, Luis era afecto a realizar sus compras en el tianguis en el centro ; inmerso en la cultura de la salud, Luis ha venido hasta aquí siguiendo el mercado y sus productos, más limpios y orgánicos que los que se venden en otros lugares; un halo y un plus de esperanza para estos comerciantes cuyos productos también provienen de sus traspatios. Sin duda sentimientos inmersos en contextos de conflicto están ahí presentes en este primer día de tianguis, en donde los espacios en esta hermosa ciudad sagrada vuelven a ser motivo de pequeñas guerras internas.
Nota :
El libro al que me refiero es “La situación de clase obrera en Inglaterra” escrito por Federico Engels. Si bien Engels era un acaudalado burgues, se dice que se enamoró de una obrera y esto lo motivo a conocer las calles pobres de la ciudad y las formas de vida que ahí imperaban, creando la primera etnografía urbana en la historia, actuando como el primer sociólogo y antropólogo urbano en el mundo. Nunca se casó, sin duda su amor fue imposible, pero su obra continua siendo vigente para aquellos que nos interesamos en el estudio de la ciudad desde el punto de vista antropológico y sociológico.
Este trabajo está dedicado con mucho cariño a Luis y su familia.
Link para leer el libro de Federico Engels en PDF:
Link para leer el libro de Federico Engels en PDF:
Fotos: Isabel Muñiz Montero (13 de Febrero del 2011).