martes, 22 de septiembre de 2009

“Las últimas manos que tallan la piedra, los artesanos de San Nicolás de los Ranchos.”









Fotos: Helios e Isabel

Con cariño para mi amigo y compañero Alan Helios Escudero, quien cumple años este mes y quien participó activamente en este trabajo.

Durante los pasados meses de julio y agosto, en la comunidad de San Nicolás de los Ranchos, fue realizado un estudio diagnóstico por estudiantes del Colegio de Posgraduados. El estudio permitió conocer la situación de la producción de artesanías realizadas con la piedra de la cantera de Nealtican. La finalidad del diagnóstico fue identificar las principales problemáticas que afectan a la producción de molcajetes, tejolotes, metlapiles y esculturas. El tallado de la piedra, hace algunos años, daba trabajo a un número importante de habitantes de la comunidad. Sin embargo en el momento actual, la actividad ha visto disminuir el número de personas que se dedican a ella.
Los talleres se encuentran ubicados en las casas de los artesanos Se trata de espacios pequeños donde los hombres que tallan las piedras pasan unas diez horas al día. Los artesanos además del tallado de piedra complementan la obtención de ingresos económicos con la agricultura. En la zona se produce la nuez, la cual es uno de los ingredientes principales de los chiles en nogada (famoso platillo de la región). Sin embargo, ni las labores del campo ni el tallado de piedra son actividades bien remuneradas.
El tallado de piedra es una actividad que la mayoría de artesanos aprendieron a realizar de sus padres. Cada vez que visitamos un taller observamos las mismas escenas, hombres mayores de 50 años dedicados a crear bellas piezas para las cocinas de las mujeres de la región. La actividad ha dejado de ser rentable porque el trabajo invertido en ella es demasiado y muy poco la ganancia. No existen tiendas, ni lugares donde exhibir las artesanías. El apoyo que el gobierno local da a los artesanos es escaso o nulo. Fuimos testigos de los problemas en la producción y venta de estas artesanías y sabemos que en caso de desaparecer los artesanos de San Nicolás y sus artesanías se verá afectada la tradición culinaria del estado. Si bien se mantiene la creencia de que la comida cocinada con estas artesanías tiene un mejor sabor, los problemas económicos y la diversidad laboral podrían estar extinguiendo a los artesanos. Hoy, por las calles de San Nicolás, aun se escucha el martilleo de artesanos como Don Juan, pero son pocas las esperanzas de que esta actividad sobreviva a las transformaciones históricas.
Nos quedamos con la alegría de haber pasado con los artesanos algunos días, pero con la conmoción de entender que ciertas formas de ocupación laboral no son compatibles con el sistema económico actual.

Reseña del trabajo de investigación realizado por Aurora Morgado, Alan Helios Escudero, René Santos, Himelda Abrego, Joel Lima, Néstor Martínez e Isabel Muñiz, Alumnos de maestría y doctorado EDAR/COLPOS, campus Puebla. Agosto 2009.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Vendedores en la plaza





























Estábamos sentados en el Portal Guerrero, disfrutando de la tarde luego de cubrir el desfile conmemorativo de este día. La gente se paseaba felizmente por la plaza realizando las últimas compras de la feria. Mientras Mis buenos amigos reporteros charlaban de diversos temas, yo desde la mesa observaba como la gente que vendía sus productos en la plaza vivía este último día de feria.
Los productos, en su totalidad eran de origen local, frutas, artesanías. La gente sencilla se miraba ataviada con vestimentas características de la humilde realidad rural. Fueron escasas las ventas de la tarde. Ansíanos, mujeres y niños eran quienes cuidaban de los puestos. Imagino que los hombres de la comunidad estarán en los Estados Unidos tratando de conseguir ­, por medio de las formas clandestinas del trabajo migrante un poco de dinero que permita a la familia solventar necesidades básicas.
De pronto la lluvia comenzó a caer, el tremendo aguacero obligo a los vendedores a resguardarse bajo las pequeñas lonas de sus puestos. Un abuelito era cubierto con plásticos por dos mujeres quienes trataban de protegerlo del frio. Nosotros estábamos a resguardo bajo la lona que había colocado un restaurant. Desde mi lugar en aquella mesa del restaurant pude observar a los vendedores como se cubrían de la lluvia que aceleró su caída. Napoleón, el editor de “Mas Noticias” me pregunto si los vendedores estaría acostumbrada a tales condiciones de vida, tal vez…pero la respuesta…ese “tal vez” oculta otros significado, lo discutimos y nos dimos cuenta de que si aceptamos que ellos están acostumbrados a soportar la lluvia bajo las lonas de sus puestos, entonces nosotros estaremos suponiendo que hay seres humanos de segundo y tercer nivel. Mientras ellos soportan bajo los plásticos la lluvia, otros (como mis compañeros y yo), estamos cómodamente sentados en el restaurant. Sin duda deberíamos esperar que las condiciones fueran las mismas para todos, pero son las diferencias en la clase social (diferencias observables en los ingresos y en la calidad de las formas de vida) las que nos llevan a vivir un chubasco de manera distinta. Los puestos se perdieron cuando la plaza se inundo. Las frutas flotaron por doquier. Minutos después y sobre una tarima, mientras tomaba las fotografías de la inundación y la caída de la lona que cubría el pódium donde la noche anterior se realizó el grito, una pequeña se me acerco; su mirada inteligente y una actitud sociable llamó mi atención. Me dijo que su puesto había desaparecido bajo la lluvia, señalando un lugar donde se habían quedado sus cosas. La niña sonreía a su realidad. Su pequeña empresa yacía bajo el agua. Mientras yo captaba las imágenes me di cuenta, de que nosotros, los que nos dedicamos a estudiar la pobreza y a captarla en imágenes, robamos de la población humilde mucho, hasta su imagen en la desgracia. Y aunque me siento apenada por mi posición de “estudiosa del fenómeno”, no pude hacer nada más que captar la escena. Los expertos muchas veces no favorecemos de los sujetos de nuestros estudios sin beneficiarlos, pero si no captamos y describimos la realidad, esta pasaría desapercibida. Cuando la lluvia cesó, los vendedores regresaron a sus puestos, y el mundo siguió su curso, casi como si este fuera el orden natural de las cosas. Pero la pobreza no es algo natural, es creación de algunos seres humanos en contra de otros.


martes, 1 de septiembre de 2009

Procesión de los Faroles













Para mi compañero preferido del posgrado, ojala y todo salga bien, quisiera que estuvieras con nosotros otra vez.

Ya he escrito con anterioridad sobre las procesiones en Cholula, hago referencia a ello ya que como decía mi maestra –a quien admiro mucho- Nancy Churchill, el momento de la procesión es un momento en que las calles de la ciudad se transforman en “lugar”. Lugar lo es porque adquiere un sentido cargado de significado. La gente que recorre las calles en una procesión va creando estos “lugares mágicos”. Por eso siempre he tratado de recalcar la importancia que adquiere la ciudad para sus habitantes, ya que son ellos quienes dotan de poder y significado a los espacios, transformándolos en lugares. Si bien, son muchos los actores que se manifiestan en relación a Cholula y que mantienen diversos intereses, muchas veces contradictorios y opuestos, la procesión de la noche de ayer cobra un significado especial, en un ambiente de fiesta y luz. Es la procesión de los faroles una expresión más de las prácticas tradicionales ligadas a las creencias religiosas y que en Cholula tienen una forma única de expresión.
Comparto estas fotos de las personas y las imágenes religiosas que entre luces de faroles recuerdan que el lugar es mágico, porque la magia la dota la gente y se expresa en sus prácticas.