Crìtica a Garcia Canclini y su Nocion de patrimonio
Isabel Muñiz Montero
Isabel Muñiz Montero
Las políticas neoliberales influyen en la forma en que la vida social se vive y reproduce. En 1994 el informe de de la comisión Mundial de Cultura y Desarrollo de la UNESCO , mostraba que en algunas regiones y comunidades se exponía un creciente interés por revivir y regresar a las formas culturales tradicionales. Según este informe, se trataba de una serie de manifestaciones de defensa ante la enajenación propiciada por el neoliberalismo y los procesos de la vida moderna.
En parte se trata de una reacción contra los efectos alienantes de la tecnología moderna a gran escala y de la desigualdad distribución de los beneficios de la industrialización. Tras todo ello subyace la preocupación de que el desarrollo se traduzca en pérdidas de identidad, del sentido de la comunidad y del valor personal (Pérez 1996, 37).
Tras de este interés por el retorno a la tradición, se argumenta un temor a perder la identidad y la unión comunitaria, lo que ha convertido al patrimonio cultural en un tema de interés. Sin embargo, mientras algunos grupos desean defender su patrimonio cultural, otros se adaptan a las nuevas condiciones sociales. Como se ha explicado en el apartado sobre cultura, existen muchas interpretaciones del término “cultura” y estas interpretaciones influyen en el concepto de patrimonio cultural. ¿Qué es el patrimonio cultural? para García Canclini (1993,3-119), el patrimonio cultural es un espacio de unión entre quienes comparten una misma visión del mundo, se trata también de un espacio donde los individuos satisfacen su necesidad de reconocimiento y de pertenencia, pero el autor no menciona que patrimonio es también un espacio que reproduce las diferencias económicas y de clase, la apropiación del patrimonio cultural se rige a partir de esas diferencias de clase. Recordemos que para Crehan (2002), cultura es la forma en que los individuos viven su clase social, en relación a esta noción, la producción y la apropiación del patrimonio cultural esta determinada por las diferencias de clase. Para Becerril Miro:
El patrimonio es un conjunto de bienes con un valor cultural relevante, ya sea para la historia, el arte, la tradición, la ciencia, la arquitectura, etc. Los cuales, por representar elementos que contribuyen a su identidad y desarrollo social, son protegidos por una comunidad (Becerril 2003, 50).
Los diferentes grupos sociales aceptan algunas manifestaciones culturales y rechazan otras. Algunos grupos reproducen ciertas tradiciones que otros grupos refutan. Por tanto, las desigualdades económicas y políticas se manifiesta en la forma en que los diversos grupos sociales se apropian del patrimonio cultural. El patrimonio cultural se convierte entonces en un espacio donde la hegemonía se reproduce, bien para ser sufrida, resistida o debatida. Para García Canclini, existen dos maneras tradicionales de entender el patrimonio: la que se ocupa del patrimonio con una estrategia conservacionista y un respectivo orden profesional (restauradores, arqueólogos, historiadores, antropólogos, es decir todos los especialistas del pasado) y aquellos que asemejan el patrimonio con otras redes de conceptos como turismo, desarrollo urbano, mercantilización, comunicación masiva (García 1993, 41). En términos generales, para García Canclini el patrimonio no incluye solamente la herencia de los pueblos, sino también sus bienes actuales, visibles e invisibles (1993, 41). El patrimonio de un país está conformado por los productos de la cultura popular, elaborados por grupos subalternos (García Canclini 1993, 42). Para García Canclini los grupos sociales económicamente más poderosos son los que tienen mayor posibilidad de apropiarse del capital cultural (García Canclini 1993, 429). De esta forma, al patrimonio cultural se le adjudica un valor económico. “La diversa capacidad de relacionarse con el patrimonio se origina en la desigual participación de los grupos sociales en su formación: vale más el arte que las artesanías, la medicina científica que la popular, la cultura escrita que la oral” (García Canclini1993, 439). Para García Canclini :
[…] la reformulación del patrimonio en términos de capital cultural tiene la ventaja de no presentarlo como un conjunto de bienes estables neutros, con valores y sentidos fijos, sino como un proceso social que, como el otro capital se acumula, se renueva, produce rendimientos que los diversos sectores se apropian en forma desigual (García 1993, 439).
El patrimonio también esta relacionado con las políticas de conservación que consideran que estos bienes están vinculados con las necesidades contemporáneas de la mayoría. Sin embargo y en contraste a lo expuesto por García, el patrimonio suele estar al servicio de las clases dominantes, para su uso y explotación, y son las clases subalternas quienes quedan restringidas de la oportunidad de beneficiares del patrimonio. Las clases subalternas pueden sufrir el despojo de su patrimonio. Para justificar este despojo se suelen utilizar discursos y nociones como las de “modernidad”, “progreso” ,“beneficio público”, “desarrollo”, o argumentos como el expuesto por García Canclini cuando se refiere a las “necesidades contemporáneas de la mayoría”; todos estos discursos legitiman las acciones de las clases dominantes en torno a beneficios particulares, casi siempre de índole económico. La producción de patrimonio en las clases subalternas es otro elemento que clarifica la existencia de diferencias de clase y desigualdades sociales. Debido a que son grupos subalternos, su producción creativa obedece a ciertos cánones y estilos subalternos, que al existir se constituyen como procesos hegemónicos. Tradiciones, ritos, rituales, todos ellos formas de patrimonio cultural, son procesos hegemónicos que reproducen las diferencias de clase. García Canclini hace hincapié al señalar que el patrimonio cultural es un importante espacio de lucha simbólica entre las clases, pero reitero, el autor no señala que patrimonio es además un espacio de lucha política y económica donde se reproduce la desigualdad social. Estoy de acuerdo con García Canclini con respecto a sus argumentos sobre la apropiación desigual del patrimonio en aras de hacerse de un “capital cultural” (en forma de calidad de vida y conocimiento), y sobre la producción desigual, pero el autor no considera el despojo, la usurpación y la sobre explotación del patrimonio, de ciertas clases sociales sobre otras; en ese sentido una discusión sobre las clases sociales no esta presente en el artículo de García. Además ¿es posible que todos los sectores sociales se vean representados por las mismas formas de patrimonio?, ¿es posible que toda la sociedad se ponga de acuerdo en cuanto a que formas de patrimonio conservar y cuales no?, debido existen diferencias étnicas y de clase en una misma región, esto no es posible.
Las clases dominantes deciden que elementos del patrimonio son representativos de su dominación y que tipo de patrimonio pertenece a las masas. Reitero que el patrimonio cultural es un espacio de lucha social económica y no solo simbólica, como manifiesta García Canclini. Es un espacio de reproducción de las desigualdades sociales. El patrimonio cultural es escenario de procesos hegemónicos.
Los recursos culturales que una sociedad hereda pueden subdividirse en recursos culturales tangibles y recursos culturales intangibles. Dichos recursos, “encarnan la cultura colectiva de las comunidades” y “conforman su sentimiento de identidad” en una determinada época (Pérez de Cuellar 1997, 211). El patrimonio cultural tangible es aquel que se manifiesta en el entorno construido: edificios, templos, pirámides; son bienes materiales que son el legado de generaciones pasadas: pinturas, esculturas etc. El patrimonio cultural intangible se expresa de manera inmaterial a través de “la mente y el corazón de los seres humanos” (Pérez de Cuellar 1997, 211). Ejemplo de patrimonio cultural intangible son las lenguas, las tradiciones locales, los nombres de los lugares, la música, la poesía etc.
Referencias:
Crehan, Kate, Gramsci, Cultura and Antropology, University of California press, Berkeley, 2002.
García, Canclini, Nestor “Los usos sociales del Patrimonio Cultural” en: El patrimonio cultural de México, Enrique Florescano (Comp.), Fondo de cultura Económica: México, 1993.
Pérez de Cuellar, Javier (Dir.), Nuestra diversidad creativa, informe de la comisión mundial de cultura y desarrollo, Ediciones UNESCO, México, 1997.
En parte se trata de una reacción contra los efectos alienantes de la tecnología moderna a gran escala y de la desigualdad distribución de los beneficios de la industrialización. Tras todo ello subyace la preocupación de que el desarrollo se traduzca en pérdidas de identidad, del sentido de la comunidad y del valor personal (Pérez 1996, 37).
Tras de este interés por el retorno a la tradición, se argumenta un temor a perder la identidad y la unión comunitaria, lo que ha convertido al patrimonio cultural en un tema de interés. Sin embargo, mientras algunos grupos desean defender su patrimonio cultural, otros se adaptan a las nuevas condiciones sociales. Como se ha explicado en el apartado sobre cultura, existen muchas interpretaciones del término “cultura” y estas interpretaciones influyen en el concepto de patrimonio cultural. ¿Qué es el patrimonio cultural? para García Canclini (1993,3-119), el patrimonio cultural es un espacio de unión entre quienes comparten una misma visión del mundo, se trata también de un espacio donde los individuos satisfacen su necesidad de reconocimiento y de pertenencia, pero el autor no menciona que patrimonio es también un espacio que reproduce las diferencias económicas y de clase, la apropiación del patrimonio cultural se rige a partir de esas diferencias de clase. Recordemos que para Crehan (2002), cultura es la forma en que los individuos viven su clase social, en relación a esta noción, la producción y la apropiación del patrimonio cultural esta determinada por las diferencias de clase. Para Becerril Miro:
El patrimonio es un conjunto de bienes con un valor cultural relevante, ya sea para la historia, el arte, la tradición, la ciencia, la arquitectura, etc. Los cuales, por representar elementos que contribuyen a su identidad y desarrollo social, son protegidos por una comunidad (Becerril 2003, 50).
Los diferentes grupos sociales aceptan algunas manifestaciones culturales y rechazan otras. Algunos grupos reproducen ciertas tradiciones que otros grupos refutan. Por tanto, las desigualdades económicas y políticas se manifiesta en la forma en que los diversos grupos sociales se apropian del patrimonio cultural. El patrimonio cultural se convierte entonces en un espacio donde la hegemonía se reproduce, bien para ser sufrida, resistida o debatida. Para García Canclini, existen dos maneras tradicionales de entender el patrimonio: la que se ocupa del patrimonio con una estrategia conservacionista y un respectivo orden profesional (restauradores, arqueólogos, historiadores, antropólogos, es decir todos los especialistas del pasado) y aquellos que asemejan el patrimonio con otras redes de conceptos como turismo, desarrollo urbano, mercantilización, comunicación masiva (García 1993, 41). En términos generales, para García Canclini el patrimonio no incluye solamente la herencia de los pueblos, sino también sus bienes actuales, visibles e invisibles (1993, 41). El patrimonio de un país está conformado por los productos de la cultura popular, elaborados por grupos subalternos (García Canclini 1993, 42). Para García Canclini los grupos sociales económicamente más poderosos son los que tienen mayor posibilidad de apropiarse del capital cultural (García Canclini 1993, 429). De esta forma, al patrimonio cultural se le adjudica un valor económico. “La diversa capacidad de relacionarse con el patrimonio se origina en la desigual participación de los grupos sociales en su formación: vale más el arte que las artesanías, la medicina científica que la popular, la cultura escrita que la oral” (García Canclini1993, 439). Para García Canclini :
[…] la reformulación del patrimonio en términos de capital cultural tiene la ventaja de no presentarlo como un conjunto de bienes estables neutros, con valores y sentidos fijos, sino como un proceso social que, como el otro capital se acumula, se renueva, produce rendimientos que los diversos sectores se apropian en forma desigual (García 1993, 439).
El patrimonio también esta relacionado con las políticas de conservación que consideran que estos bienes están vinculados con las necesidades contemporáneas de la mayoría. Sin embargo y en contraste a lo expuesto por García, el patrimonio suele estar al servicio de las clases dominantes, para su uso y explotación, y son las clases subalternas quienes quedan restringidas de la oportunidad de beneficiares del patrimonio. Las clases subalternas pueden sufrir el despojo de su patrimonio. Para justificar este despojo se suelen utilizar discursos y nociones como las de “modernidad”, “progreso” ,“beneficio público”, “desarrollo”, o argumentos como el expuesto por García Canclini cuando se refiere a las “necesidades contemporáneas de la mayoría”; todos estos discursos legitiman las acciones de las clases dominantes en torno a beneficios particulares, casi siempre de índole económico. La producción de patrimonio en las clases subalternas es otro elemento que clarifica la existencia de diferencias de clase y desigualdades sociales. Debido a que son grupos subalternos, su producción creativa obedece a ciertos cánones y estilos subalternos, que al existir se constituyen como procesos hegemónicos. Tradiciones, ritos, rituales, todos ellos formas de patrimonio cultural, son procesos hegemónicos que reproducen las diferencias de clase. García Canclini hace hincapié al señalar que el patrimonio cultural es un importante espacio de lucha simbólica entre las clases, pero reitero, el autor no señala que patrimonio es además un espacio de lucha política y económica donde se reproduce la desigualdad social. Estoy de acuerdo con García Canclini con respecto a sus argumentos sobre la apropiación desigual del patrimonio en aras de hacerse de un “capital cultural” (en forma de calidad de vida y conocimiento), y sobre la producción desigual, pero el autor no considera el despojo, la usurpación y la sobre explotación del patrimonio, de ciertas clases sociales sobre otras; en ese sentido una discusión sobre las clases sociales no esta presente en el artículo de García. Además ¿es posible que todos los sectores sociales se vean representados por las mismas formas de patrimonio?, ¿es posible que toda la sociedad se ponga de acuerdo en cuanto a que formas de patrimonio conservar y cuales no?, debido existen diferencias étnicas y de clase en una misma región, esto no es posible.
Las clases dominantes deciden que elementos del patrimonio son representativos de su dominación y que tipo de patrimonio pertenece a las masas. Reitero que el patrimonio cultural es un espacio de lucha social económica y no solo simbólica, como manifiesta García Canclini. Es un espacio de reproducción de las desigualdades sociales. El patrimonio cultural es escenario de procesos hegemónicos.
Los recursos culturales que una sociedad hereda pueden subdividirse en recursos culturales tangibles y recursos culturales intangibles. Dichos recursos, “encarnan la cultura colectiva de las comunidades” y “conforman su sentimiento de identidad” en una determinada época (Pérez de Cuellar 1997, 211). El patrimonio cultural tangible es aquel que se manifiesta en el entorno construido: edificios, templos, pirámides; son bienes materiales que son el legado de generaciones pasadas: pinturas, esculturas etc. El patrimonio cultural intangible se expresa de manera inmaterial a través de “la mente y el corazón de los seres humanos” (Pérez de Cuellar 1997, 211). Ejemplo de patrimonio cultural intangible son las lenguas, las tradiciones locales, los nombres de los lugares, la música, la poesía etc.
Referencias:
Crehan, Kate, Gramsci, Cultura and Antropology, University of California press, Berkeley, 2002.
García, Canclini, Nestor “Los usos sociales del Patrimonio Cultural” en: El patrimonio cultural de México, Enrique Florescano (Comp.), Fondo de cultura Económica: México, 1993.
Pérez de Cuellar, Javier (Dir.), Nuestra diversidad creativa, informe de la comisión mundial de cultura y desarrollo, Ediciones UNESCO, México, 1997.
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